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Volver al mar

EL PRAT DEL LLOBREGAT, BARCELONA


“El 80% de las tortugas que tratamos se recuperan y consiguen volver al medio marino”

Guillem Figueras, Jefe de operaciones de la Fundación CRAM

No. 
No fue una charla larga ni trascendental. Nada épico. Aquella mañana Guillem Figueras, que había crecido en una casa a menos de cien metros de la playa, entró en la cocina casi decidido a aceptar un contrato indefinido como comercial. El desayuno preparado y su padre al otro lado de la mesa. Tras explicar sus argumentos, Guillem recibió nueve palabras encadenadas que fueron más que suficientes: “Para hacer eso tienes el resto de tu vida”, le dijo su padre. Y lo cambió todo. Guillem rechazó el trabajo, entró como voluntario en el Centro de Rehabilitación de Animales Marinos (CRAM) y ha acabado liderando uno de los proyectos más importantes del centro: la clínica y rescate para tortugas marinas. Hoy siente que ha recuperado su conexión con el mar y, con cada liberación, la decisión que tomó hace seis años cobra más sentido que nunca.

 

tortuga

OPERACIÓN RESCATE

Cientos de cetáceos, aves marinas y, principalmente, tortugas aparecen a lo largo del litoral catalán con lesiones o enfermedades causadas por la interacción humana. “Contaminación, vertidos tóxicos y capturas accidentales son las principales amenazas” advierte Guillem Figueras, jefe de operaciones de la Fundación CRAM. El proyecto clínica y rescate se encarga de asistir y recuperar a estas especies amenazadas en las instalaciones de la fundación para reintroducirlas en su hábitat lo antes posible. ”Además, les enseñamos a todos nuestros visitantes el proceso completo que viven los animales afectados para que empaticen y entiendan la problemática, porque si no lo ves parece que no existe” destaca Guillem.

 

SOCIOS IMPRESCINDIBLES

La fundación CRAM cuenta con un centro de recuperación puntero, un vehículo de rescate y un equipo técnico humano capaz de ofrecer una respuesta inmediata y permanente. Sin embargo, ellos solos no pueden. Lo sabe bien Guillem Figueras: “Los pescadores son nuestros ojos en el mar y tienen un potencial enorme para generar un impacto positivo en el ecosistema”. Y es que son ellos los que rescatan a cada tortuga herida, avisan al equipo del CRAM y realizan un primer análisis del comportamiento del animal. Además, son los encargados de ponerle nombre así como de liberarla una vez haya finalizado el tratamiento de recuperación en el centro.

 

CUIDADOS INTENSIVOS

“Lo primero que hacemos es un diagnóstico clínico del animal” nos cuenta Guillem mientras recorre los pasillos de la fundación. Análisis de sangre, exploración externa, rayos X y, si es necesario, tratamiento en la cámara hiperbárica. Estos suelen ser los primeros pasos de cada tortuga herida que entra en el CRAM. A partir de aquí, comienza un periodo de tratamiento personalizado que va más allá de lo exclusivamente veterinario y para el que la tarea de los voluntarios es fundamental: “Son el alma del proyecto, desde preparar la comida para los animales y seguir su evolución hasta participar activamente en cada liberación” resalta Figueras. 

 

CERRAR EL CÍRCULO

Cada liberación es un día de celebración nos cuenta un Guillem que aún recuerda los nombres -Kiwi y Klauss- de las dos primeras tortugas que devolvió al mar. Y no es fácil, porque en 6 años de proyecto la fundación ha conseguido recuperar y liberar a más de 600 tortugas. “A todas se les puso un nombre” dice mientras explica la importancia de controlar bien la temperatura del agua y colocarle un chip a cada tortuga antes de que sea el propio pescador que la encontró herida el encargado de liberarla. Es un instante, apenas unos segundos, pero más que suficiente para todos los implicados: “En ese momento te das cuenta que con tu tiempo y esfuerzo estás ayudando a arreglar una pequeña parte de algo mucho más grande que tú”. 

 

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